Jesús, una vida plena

¿Por qué debemos sufrir y al final morir? ¿Por qué existe el mal y la contradicción? ¿Vale la pena vivir? ¿Tiene todavía sentido amar, trabajar, hacer sacrificios y esforzarse? ¿Dónde terminará mi vida y la de las personas que no queremos perder nunca? ¿Qué cosa hacemos en el mundo?, son algunas de las importantes preguntas que “todos se hacen, jóvenes y adultos, creyentes y no creyentes”.

El ser humano se pregunta constantemente por el sentido de la vida.  Los creyentes creen que todas estas preguntas cobran sentido y se llenan de respuestas a la luz de Jesús, su vida, su mensaje y, sobre todo, su experiencia de relación con él.

Recordando que el corazón de la persona está inquieto, como afirma San Agustín, “la vida no es un deseo absurdo, el vacío no es el signo de que hayamos nacido ‘equivocados’ sino al contrario una señal que nos advierte que nuestra naturaleza está hecha para cosas grandes” y que la nostalgia del alma “solo puede encontrar satisfacción en una realidad infinita”.

  “Por ello Dios, el Misterio infinito, se ha acercado a nuestra nada sostenida por Él y ofrece la respuesta que todos esperan incluso sin darse cuenta, mientras la buscan en el éxito, el dinero, el poder, en las drogas de cualquier tipo, en la afirmación de los propios deseos momentáneos”.